Los valores, un tema interesante, al cual se le puede sacar gran
provecho trabajándolo con niños de preescolar y primaria los cuales
tienen, por naturaleza o por inculcación, un gran cúmulo de valores, que
la mayoría de los adultos vamos perdiendo o cambiando drásticamente,
debido a diversos factores y a los constantes cambios políticos,
religiosos, culturales y sociales que se han suscitado durante los
siglos XX y XX1.
La ciencia, la tecnología y los medios de
comunicación han transformado ideas, sentimientos, actitudes,
comportamientos, leyes, derechos y obligaciones de centenares de seres
humanos. Vivimos en un mundo en constante evolución donde, generalmente,
impera la ley del más fuerte y astuto. La delincuencia, la violencia
(en televisión, en los videojuegos, en la calle y hasta en el hogar), la
drogadicción, la intolerancia, la corrupción, la guerra, son tumores
que cada día van creciendo y se van apoderando ilimitadamente de los más
débiles: los pobres, los analfabetas y, sobre todo, los niños. Esos
niños que son el presente y el futuro de nuestro país y que viven en
medio de tantos logros y adelantos, pero también entre tantas
situaciones conflictivas.
Es hora de dotar a los más pequeños de las
herramientas necesarias para lograr una mejora, sino en todo el mundo,
cuando menos en el nucleó de las familias mexicanas. Dichas
herramientas son esos valores universalmente compartidos que la
sociedad, a lo largo de su historia, ha fomentado para regular la
conducta de los seres humanos: la tolerancia, el respeto, la
cooperación, la democracia, la responsabilidad, la honestidad, la
lealtad, son valores que, si bien no han desaparecido, si han perdido su
esencia e importancia.
La adquisición de estos valores se realiza en
diversos ámbitos, como lo son: el grupo de amigos con el que se
convive, la religión que se practica, la familia, la escuela, etc. Sin
embargo, debido al acelerado ritmo de vida que tenemos en la actualidad,
y por situaciones de trabajo, problemas económicos y familiares, entre
otros, los padres y las madres no incluyen en la educación familiar la
formación de actitudes y valores. Desgraciadamente la escuela tampoco
toma el papel que le corresponde. Prácticamente, la escuela y la
familia, no han asumido su responsabilidad, argumentando que este tipo
de educación no les corresponde. Sin embargo debemos entender que la
formación de valores no compete a uno en especial, sino a los dos en
conjunto.
Si la escuela y la familia trabajan juntos, estos valores
también serían fomentados al mismo tiempo en los padres y hasta en los
mismos maestros, y esa calidad de vida iniciaría desde este momento, y
no solo hablaríamos a los niños de valores con teoría y actividades,
cuentos y narraciones, sino también con lo más importante: el ejemplo.
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